El poder de la tecnología es tan grande
que durante los últimos años tambalea todos los cimientos conocidos, y
sospechamos que está tendencia ya resulta inevitable. Y la educación no es
ajena a ello. Y no solo hablamos de terminología, aunque también.
Hoy nos centramos en el término “docente
digital”, adjetivo nada baladí el que acompaña
a una profesión tan asentada como la de profesor.
El docente ideal de la época
actual no es solo el que domina los contenidos de su materia, los nuevos
tiempos exigen también un dominio absoluto de las nuevas tecnologías, ya que
cada vez la distancia entre ambas realidades es menor. Atrás quedaron las
clases magistrales en las que los profesores mostraban todo su saber.
Los nuevos tiempos exigen del
docente un dominio de su materia al tiempo que conoce las herramientas
digitales más actuales, y combinando ambas tendrá que ser capaz de motivar,
conducir a sus alumnos/as por los nuevos caminos del conocimiento en los que
parece imponerse no tanto el tener conocimiento como el saber ser capaz de
llegar a ellos de forma autónoma cuando lo necesitan.
Mi labor docente creo que va por
ese camino en los últimos años ya que en mis clases de Lengua y Literatura castellana
trató de acercarme a las nuevas herramientas digitales, sin prisa pero sin
pausa, probando cada año nuevas experiencias, viendo lo que funciona y lo que
tengo que modificar. Ello redunda en que mis clases fueron modificándose a lo
largo de los años: aprendizaje basado en proyectos; uso de herramientas
comunicativas como prensa digital o blogs, uso de la imagen, el vídeo o los
podcast; tareas encaminadas cada vez más a la investigación autónoma de mi
alumnado…
Lo que me queda por mejorar es un
largo camino que no sabemos dónde termina, ya que como el propio conocimiento,
cuanto más sabe uno más consciente de todo lo que desconoce, con un aumento de
las ganas de profundizar en este mundo digital docente.
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