domingo, 12 de octubre de 2014

Jerga médica

-Indica las palabras que conozcas que relacionarías con la jerga médica.
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-Pequeña muestra de la jerga médica “traducida” al castellano.
Idiopático
Médico: Señora, tiene usted hipertensión.
Señora: ¿Yo? Si me cuido mucho, fíjese casi ni le echo sal a la ensalada. Médico: Ya, pero es que su hipertensión es idiopática…
Señora: Ah…
Significado: No tengo ni puñetera idea de cuál es la causa.
Nosocomial.
Tiene usted una infección nosocomial.
Significado: Ha cogido una infección de los bichos que hay en el hospital.
Éxitus
– Hoy han ocurrido dos éxitus en Urgencias.
Significado: No… no significa éxito precisamente… Un éxitus significa muerte o muerto. Deriva del latín, que significa “salida”. Ya que los ex-pacientes “salen” del hospital por donde menos se vea y con la mayor discreción posible.
Autolisis
Hemos tenido 4 autolisis esta temporada.
Significado: Suicidio.
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-El siguiente texto selecciona y adapta una muestra del anecdotario médico recogido por J. I. de Arana en su libro "Diga treinta y tres". En él, recoge las anécdotas que se producen cuando los pacientes intentan usar la terminología médica, llena de tecnicismos y de expresiones específicas. Todos hemos oído hablar de ese abuelo que le pidió al médico que dejara de darle supositorios porque: a) le costaba tragarlos, o b) sabían fatal. ¿Causa risa el error ajeno? No tanta, ¿sabrías qué hacer con un medicamento del que el médico te dijera que lo usaras sólo de forma tópica?...
El problema viene derivado, pues, de la dificultad que tienen los pacientes para desentrañar y usar la jerga médica. Así lo explica un médico al hacer la reseña de este libro:
Algunas de estas anécdotas me hicieron recordar los comentarios oídos a mis colegas durante las guardias hospitalarias. Había mucho de sarcasmo y poca comprensión en aquellos chascarrillos. Si nos paramos a pensar, la mayoría de las "anécdotas" se originan porque el enfermo no entiende nuestras palabras de jerga médica o no entendió suficientemente nuestras explicaciones para seguir correctamente una prueba diagnóstica o un tratamiento.
Lejos de divertirnos, debería sonrojarnos que un paciente se haya tragado un supositorio porque nosotros damos por supuesto que sabe cómo debe usarlo. Si diéramos menos cosas por supuestas y comprobáramos más si el paciente nos entendió, evitaríamos muchos de estos errores de comunicación, cuando no errores médicos.
Selección de anécdotas
  • En primer lugar, los mismos nombres de algunas especialidades médicas son motivo de esos errores verbales involuntarios. Los pacientes acuden a la consulta del pichiquiatra, del trampatólogo, del pederasta, del pericultor, del culista, del partero o a la del doctor Rino.
  • Una mujer está relatando al ginecólogo sus antecedentes:
-Hasta ahora he tenido tres embarazos. En los dos anteriores se me encajaron los féretros y nacieron muertos. y claro, en el tercero me tuvieron que hacer la necesaria.
  • Un paciente acudió al médico:
-Vengo a que me haga unos análisis de colesterol, del bueno y del malo. Y también me pide el ácido único.
  • Otro ejemplo:
-Yo creo, doctor, que me tendría que mandar hacer un escarnio de la cabeza y del pecho.
  • Otro:
-Doctor, por fin, ¿cuándo me van a hacer la autopsia?
  • Y otros:
-A un pariente mío que padecía del corazón le han tenido que operar para ponerle en el pecho un pasacalles.
-Tengo mal aliento porque padezco de pedorrea.
-Me van a operar de emíngalas..., de almorroides que me hacen ver las estrellas cuando salgo del cuerpo.
-Quiero que me vea un bulto que me ha salido en los tentáculos o en un vestíbulo.
- Doctor, tengo una erupción en los gitanales.
- El niño tiene un eclipse de la cadera derecha.
-En lugar de gastroenteritis disenteriforme, una mujer le dijo a su marido que el médico le había dicho que tenía un gato enterito con uniforme.
  • El nombre de los medicamentos suscita frecuentemente muy curiosos y divertidos vocabularios. Y no me refiero a los nombres comerciales ni mucho menos a las complicadas palabras con que en los prospectos se indica la composición del mismo. Lo que a veces resulta difícil de decir es el nombre más elemental del producto. Así, oímos hablar de cláusulas, grajas o grágeas, oprimido, indicciones y sobre todo positorios, depositorios, apositorios o impositorios.
  • En el hospital, cuando los enfermos no saben firmar, lo habitual es recurrir a la huella dactilar. En cierta ocasión, una gitana le explicó al administrativo del hospital que la requería para firmar:
-¡Huy hijo, yo no sé leer ni escrebir, yo siempre que vengo aquí pongo la huella genital.

  • En el argot de los servicios de Urgencias hospitalarios existen dos tipos de pacientes cuya presencia es muy habitual. Son los llamados poyaque y gadejos.
Un poyaque es alquel sujeto que llega a Urgencias y al ser interrogado sobre qué le pasa, contesta de esta guisa:
-He venido a ver a un pariente que está ingresado y pos ya que estoy aquí quiero que me vean unas molestias que tengo hace varios meses en una pierna.
El gadejo es quien acude a urgencias con un padecimiento insustancial, pero que exige ser tratado de inmediato. El término gadejo es una síncopa de ganas de joder.
Diga treinta y tres.  Anecdotario médico., J. I. DE ARANA. Ed. Espasa.  Colec. Espasa Minor nº 57.  5ª ed.  Madrid, 2000.

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